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viernes, 6 de septiembre de 2013

Una Primavera Muisca. Dialogo con los artistas.


NUESTRO TERRITORIO se reunió en la Casa de la Cultura de Cajicá con algunos de los artistas que aceptaron del desafío temático propuesto por el Instituto de Cultura para la exposición PRIMAVERA EN CAJICÁ.



A diferencia de otras versiones del evento, la PRIMAVERA EN CAJICA 2013 propuso como tema la cultura muisca. Los interesados en participar debían presentar (no obligatoriamente, pero si preferencialmente) obras en las cuales elementos de la  cultura ancestral muisca fueran representados. Esa decisión, aparentemente interesante, creó polémica entre algunos artistas que se negaron a participar del certamen e incluso hicieron campaña para evitar que otros lo hicieran. Posiblemente esa sea la causa de que este año el evento haya contado con un número menor de obras. Sin embargo,  el tema fue trabajado pertinentemente por un grupo de artistas que vio en la cuestión muisca una oportunidad de trabajar una amplia gama de posibilidades estéticas.
Los artistas concordaron en la importancia de exponer estas temáticas para niños y jóvenes que son el público mayoritario de la Casa de la Cultura. Para ellos es fundamental que las nuevas generaciones sean reeducadas en la simbología muisca. Los ha impresionado ver a los chicos cajiqueños recorriendo la exposición. 


Pero reconocen que la temática no le interesa a las grandes instituciones que movilizan el arte a nivel nacional. ¨Prefieren llenar plazas con eventos multitudinarios. A esas instituciones les interesa el show, entre más gente, mas presupuesto¨ Afirmó Sánchez Möller. Dijo también que ¨lo efímero en el arte es la tendencia dominante, las instalaciones. Por eso esta tipo de obra no tiene espacio en  escenarios como el MAM o las galerías. La tendencia es a que el arte se vuelva global, las redes y el exceso de información nos obligan a mirar todo muy rápidamente.  Nadie se para a mirar una obra de arte. Al poner nuestro trabajo aquí, estamos recuperando un espacio. Obras como estas invitan a detenerse, a volver en el tiempo, a que las miren y que se pregunten qué es eso,  a que indaguen qué es la cultura indígena muisca¨.


Para Ricardo Ruiz, ¨estos espacios de pueblo tienen su valor…En Bogotá todo es muy parametrado por discursos, modas y tendencia estéticas. Los curadores acaban con el artista. El juego de poder se torna superior a la obra del artista. En estos espacios,  es completamente diferente. Aprovecho para visitar los pueblos de Cundinamarca.  Exponiendo. Uno se encuentra con artistas académicos y empíricos. Eso es bueno porque refresca el trabajo. Pero esto refleja el hecho de que hay un conflicto entre los artistas salidos de las escuelas formales y los empíricos. Pienso que unos años de estudio no quitan 20 o 30 de experiencia¨.
Esto es una grieta, dijo Luz Eliana Correa. ¨Son trabajos de corazón, del alma…sin no nos enseñan el pasado…va a dejar de existir¨.
Con el grupo de artistas, NUESTRO TERRITORIO, se sentó frente a cada una de las obras y colectivamente se hicieron diversas reflexiones. Ese diálogo fue bastante interesante, tanto estéticamente, como en lo referente a lo que está por detrás de la realización de un evento como este, fuera de los grandes centros de arte a nivel nacional.
Visita Muísca. Obra de Francisco Sánchez Möller



La obra Visita Muisca, recrea el paisaje del Salto del Tequendama, mitológicamente fundamental para la cultura muisca. El artista lo propone como un punto de encuentro entre culturas. Por eso el cuadro introduce elementos tanto de los muiscas como de la Sierra nevada de Santa Marta y de los Incas. La idea de fondo es la de la identidad  entre las culturas ancestrales de América. Se hace la comparación entre el indígena y su riqueza simbólica, manifestada en la orfebrería y la cerámica y en los tejidos.


Para Sánchez Möller, ¨las culturas precolombinas eran ricas simbólicamente, hoy no vemos eso. Ellos no le ponían valor a las cosas. Traían sus mazorcas y las esmeraldas como ofrendas, todo se daba. Lo primero que se hacía era dar a los vecinos, porque el vecino también compartía con uno. Esa tradición se mantiene entre los campesinos de Cundinamarca y tienen su origen desde esa época. Hoy en día subsiste en Boyacá, por ejemplo, cuando uno va hay que llevar el famoso cariñito  y uno lo recibe al final de la visita cuando le dan el masato o cosas hechas por ellos mismos. La nueva tendencia de la globalización hace que se pierda el sentido de nacionalidad e identidad cultural¨.




Rostros del pasado, rostros del presente. Obra de Fernando García Quintero


El joven Fernando García Quintero también se lanzó en un rescate de la identidad. ¨Me quise acercar a la temática. Mi trabajo está siempre en recorrer los espacios, hacer vínculos. No conocía Cajicá y me vine a recorrerlo. Pensando en la temática me dije, en los niños de aquí los trazos indígenas son evidentes. Entonces empecé a trabajar con los rostros de los niños. Comencé explicarles a las personas, pidiéndoles que me dejaran fotografiar a los niños. A los que me lo permitieron, les expliqué, que sus hijos estarían en la exposición.  Los niños son cajiqueños.  Están en los lugares típicos, el parque, la peluquería, la tienda. Había visto unos libros sobre los rostros del pasado. El mío es un trabajo literal pues el parecido de los niños con la estética muisca permite aproximar presente y pasado¨.


Este artista bogotano, se para y escucha sobre lo que las personas dicen sobre su obra. ¨Pocos artistas se quedan al lado de su trabajo. La gente habla. Vi a un niño que reconoció alguno de sus amigos, eso fue importante. La gente si encontró la fusión entre los rostros de los niños y las máscaras. Una señora me dijo que le pusiera color. Fue importante escuchar en general el artista es egocéntrico. Haciendo eso percibí que las personas puede interactuar con el trabajo. De hecho, hay vestigios arqueológicos en los cuales las obras de los indígenas eran llenas de color. En los muiscas el azul, el naranja, el amarillo¨.


Para Fernando Sánchez, ¨los tejidos han sido llamativos en las culturas primitivas. No eran limitados en sus expresiones, eran desarrollados en ese sentido, iban de la representación a lo abstracto. Su manera de entender el arte era diferente delo arte occidental.  Claro que no podemos desconocer el arte occidental. Tenemos que asimilarla y usarla para lo que nos interesa. Tenemos de encontrar una forma de ver la realidad como la veían los indígenas. Me interesa el arte contemporáneo, pero sin desconocer nuestras culturas arcaicas. Las pinturas rupestres tienen más tiempo que la civilización misma. Antes de la tradición occidental, hubo obras que muestran la riqueza de la expresión artística anterior a esa tradición¨.
Fases Lunares.  Obra de Ricardo Ruíz.




En Fases Lunares,  la idea fue traer la estética muisca, pero también  recuperar elementos del arte contemporáneo. ¨La obra planeta una contraposición de sentidos. De un lado, la urbanización que hay que detener, del otro la recuperación de lo rural. Cajicá es un punto excelente para ver la realidad¨, reflexiona Ruiz. 
El artista intenta mostrar cómo los indígenas vivían en armonía con su medio. ¨La cultura que nos corresponde es la aborigen. Entre más nos aproximamos de nuestra raíz podemos pensar mejor nuestra realidad¨, afirmó.
A diferencia de las otras obras, esta relaciona lo figurativo y lo abstracto. ¨Al ser autodidacta, uno se permite experimentar. He trabajado con todo tipo de materiales. Con químicos, con piedra. Eso permite ver en Fases lunares. Es una polarización de negativos. Puse todo lo que tenia de tiempo atrás, lo maneje digitalmente.  Así se encuentra lo digital, lo contemporáneo y lo ancestral. No existe necesariamente una ruptura. Si tú tienes en tu cabeza un cuadro, y tienes herramientas en la tecnología, porque no las vas a utilizar?¨ Se pregunta.

Esta obra, relata, ¨está basada en la estereoscopia, aplicada a la ilusión óptica en un contexto muisca. En un mes hay las fases lunares, menguante, luna nueva, luna llena y nueva. Se le agregó lo textural, que remite a la sensación de tejido. Le agregué  la orfebrería. Los cultivos están representados en las espigas. Y era así como se organizaban sus territorios, Ellos eran astrónomos. En la mitad está el sol. Es una obra que refleja el sentido cíclico del tiempo. Por eso es una obra para imaginarla circular. La relación entre lo femenino y lo masculino, como elementos que componen parte de la naturaleza y una cosmogonía. Una visión dual, pasado y futuro, lo femenino y lo masculino, lo natural y lo cosmogónico. Hombre y mujer.  El cuadro refleja una cosmovisión completa¨.
Tybso. Obra de Luz Eliana Correa


La artista, de origen paisa, establece la ruta hasta llegar a la temática. ¨Mi padre es un artista costumbrista, se llama Miguel Ángel Correa, pinta arrieros y mulas, paisaje paisa. Crecí en la pintura a su lado. Lo que busca uno es que mucha gente se identifique, que aprendan con la obra sobre su pasado¨.
Typso es una palabra encontrada por Luz Eliana Correa en un diccionario muisca. ¨Quería mostrar el trabajo de la alfarería y Typso significa, arcilla de alfarero. Desde que lo comencé a trabajar me enamoré. La temática es nueva para mí.  Fue un reto. Lo trabajé con tanto animo y ganas que el tiempo me pareció justo.  Me encanta lo primitivista. Tybso, muestra el amor por la tierra en contraposición al abandono de la madre que se vive hoy. El color, la arcilla y la naturaleza en sus trabajos. La tela con sus adornos, su trabajo en oro y el tejido de la cabeza. El muñeco es hecho en porcelana fría, tejido en fique, tela. Pintura en el rostro. El personaje unta la vasija. Es una vasija de hacer masato. Es un homenaje al trabajo manual en la cotidianidad. La comunión entre el trabajo y la tierra hace que sea un esfuerzo místico. Recupera el sentido de la relación con la naturaleza¨.
Tunjos Muiscas. Obra del Maestro Carlos Osorio.

El maestro Carlos Osorio, artista homenajeado en es XXI versión de primavera, presentó, entre otras, un trabajo en vidrio. ¨Iba a ser una lámpara vitral. Pero cuando hicieron la convocatoria asistí a una conferencia de un español sobre vitrofusión. Nunca había trabajado con esa técnica. Aquí, al fundir el vidrio se aprovechó el accidente. Todos están fraccionados.  Cometí varios errores. Sin embargo el resultado es muy bueno.  De un accidente sale una técnica nueva. Le puse un pigmento amarillo y abajo violeta. Quedó un relieve. Los muiscas trabajaban el vitrificado cuando trabajaban la cera perdida.  Trabajaban arcillas y piedras y ahí está la técnica presente. Ellos tenían que trabajar el sílice y mucho de lo de ellos pasaba por ese material. Hay si un hilo conductor entre la vitrofusión y la obra contemporánea. Los tunjos eran de cognotación totémica, sagrada y religiosa. No era apenas por decorarse, eran vinculados a la cuestión sagrada. El concepto del crisol, de usar el fuego como algo sagrado, todo lo que toque el fuego se purifica. Ellos podían conocer ese material, pero no lo desarrollaron. Trabajaron el oro en todas sus dimensiones¨.
La Primavera en Cajicá, aún presentó algunas obras con técnicas diversas. Sus autores no estuvieron presentes en este momento único, pero, para el espectador, esta discusión puede iluminar reflexiones que le ayuden a pensar el sentido y significado de estas obras de arte.





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