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miércoles, 29 de marzo de 2017

La corrupción en la historia de Colombia: una herencia de las élites

Por Edilberto Afanador Sastre. Sociólogo.


El primer acto de corrupción se constituyó en el mismo instante en que los españoles declararon esta tierra como propiedad de su rey. Fue una apropiación ilegal y hasta hoy, sigue siendo cometida. El segundo, fue la apropiaron de todos los recursos naturales que esta tierra brindaba de manera abundante. El tercero, fue la apropiación de la fuera de trabajo indígena y luego, la esclavización de cientos de miles de Africanos traídos a la fuerza de su tierra. 

El cuarto, también se hizo presente desde los tiempos de la conquista y la colonia. Para la mayoría de los españoles recién llegados, la manera de alcanzar el rápido ascenso social y económico era el nombramiento en algún modesto cargo público, lo cual le permitiría el acceso a las oportunidades de la corrupción. Esta, en sus múltiples modalidades, caracterizó desde un principio la administración colonial española, al mismo tiempo que fue acompañada por la denuncia de la corrupción. (Caballero, 2016).
Ya en los tiempos de la Independencia, el 12 de enero de 1824, desde Lima -Perú el Libertador Simón Bolívar, se vio ante la necesidad de decretar la pena de muerte contra los hechos de corrupción, según reza en documento de la Sociedad Bolivariana de Venezuela: “Artículo 1.- Todo funcionario público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos de 10 pesos arriba, queda sujeto a la pena capital”. (Decretos del Libertador. Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Tomo I (1813-1825), pagina. 283. Imprenta Nacional, Caracas, 1961). 

Cabe recordar que los funcionarios públicos en los tiempos de la Independencia, que eran muy pocos, en general pertenecían a la clase de los criollos, herederos de las familias españolas que habían llevado a cabo la Conquista y la Colonia. Hombres ricos, dueños de tierras, ahora al frente de los destinos de la naciente república. Es decir, de la clase que había heredado la tierra que los españoles se habían robado, los recursos naturales, los esclavos y también los cargo públicos.
Sin embargo, los vicios de la corrupción sobrevivieron a la era bolivariana y se perpetuaron a lo largo de la consolidación republicana durante todo el siglo XIX. Según Blanco y Téllez , “la corrupción fue uno de los grandes problemas de la República Neogranadina: el contrabando, la evasión de impuestos, el clientelismo y la falsificación de la moneda, forman parte de una larga lista que se vio favorecida por la actitud pasiva de los funcionarios, y por la omisión y el desconocimiento o el exceso de los servidores estatales”. (2016, p.165). Para 1832, cuando el General Francisco de Paula Santander fue electo presidente, el despilfarro y las defraudaciones “habían convertido a Colombia en una nación insolvente” (Blanco y Téllez, 2016, p. 167 -Citando a Víctor Paz Otero (2009).
El artículo 478 del Código Penal de 1837, en el capítulo 1 del título “De los delitos y culpas contra la hacienda nacional”, definió las conductas que admitían reproche penal, como las que correspondían al “extravío, malversación y mala administración de los caudales y efectos de la hacienda nacional”. (Blanco y Téllez, 2016, p.168). A pesar de fijarse tipos penales para los servidores públicos, esta normatividad llegó muy tardíamente, “cuando ya las conductas atípicas y antijurídicas formaban parte de las prácticas culturales del conglomerado social”. (Blanco y Téllez, 2016, p.169).

El tipo de amenaza que afectó el sistema administrativo en la República de la Nueva Granada (1832-1840), se orientó en dos direcciones, una, relativa a las irregularidades que se presentaron en cuanto al manejo en sí de los bienes y rentas del Estado, otra, la que acompañó las formas de control sobre el manejo de la administración, es decir, una excesiva organización burocrática al servicio de políticos lugareños, especialmente, quienes coactuaron a favor de ciertos grupos, generalmente familiares con intereses particulares, a través de acciones, omisiones, o desviaciones, tanto en el ámbito de decisiones como en el de presupuestos. (Blanco y Téllez, 2016, p.170).
Las guerras civiles ocurridas en Colombia a lo largo de todo el siglo XIX, tuvieron como trasfondo, elementos políticos, sociales y económicos, pero también, la corrupción. La guerras civiles de ese siglo (de las Guerras de Independencia a la Guerra de los Mil Días) configuran un “fenómeno histórico secular que manifiesta (ante todo) la inestabilidad endémica del Estado” (Ortíz, Vasquez, s.f. p. 1). Prácticamente todas las guerras civiles fueron promovidas por diversas facciones de miembros de las élites locales, a favor o en contra de los intereses de otras élites. Fueron guerras promovidas por terratenientes, militares, políticos incrustados en el Estado y familias del poder.

La corrupción siguió ganando terreno a lo largo de todo el siglo XX. Una de las consecuencias de la manutención de ese estado de cosas fue la pérdida de Panamá en los primeros años del siglo XX. El proyecto separatista, utilizó de medios como la especulación financiera y los sobornos tanto en los Estados Unidos, en Francia como en Colombia, especialmente en el Istmo de Panamá. Esta, podríamos afirmar, es la operación de corrupción más importante del siglo XIX histórico en el Estado colombiano (Ortiz Vásquez, Luis C. s.f., p.8).

Con el "affaire" Panamá, fueron sobornados no pocos funcionarios oficiales, con la dolorosa pérdida de ese territorio patrio. En la dictadura de Rafael Reyes, se manifestó a través de concesiones y contratos a los validos del régimen. En los años veinte vino la "danza de los millones", en buena parte con la indemnización de los Estados Unidos por Panamá, precio de la reconciliación. Eran los atisbos de un capitalismo endeble y dependiente. En torno a las compañías petroleras se tejió desde entonces la más intrincada red de intereses. Ya en 1905 Reyes había entregado los terrenos petrolíferos de Barrancabermeja a Roberto Mares, su ahijado de matrimonio. (Villar Borda, Luis, 1999).
Colombia, políticamente, desde el siglo XIX y durante todo el siglo XX, ha sido un régimen bipartidista. Los partidos liberal y conservador se han dividido el poder, encarnando dos élites con tendencias ideológicas contrapuestas, en general una de terratenientes regionales y otra de aristócratas urbanos. Ese régimen bipartidista ha venido acompañado de todo tipo de corrupción y es la causa de algunos de los episodios de violencia más cruentos del siglo XX: El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el Bogotazo, y todo el periodo de La violencia que va de finales de los años 40s hasta la instauración del llamado Frente Nacional en 1958.  La manutención del poder mediante la aniquilación de la oposición ha sido práctica común de la política en Colombia. Al de Gaitán se suman los nombres de candidatos a la presidencia tales como Pardo Leal (asesinado en 1987), Galán (asesinado en 1989), Pizarro (asesinado 1990), Jaramillo Ossa (asesinado en 1990). 
El clientelismo, es la modalidad de corrupción bipartidista que estableció el intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral, se ha mantenido incólume desde esa época hasta el presente.
Villegas (1998) entendía para ese momento que el foco principal del problema se situaba en la contratación estatal. Entre las estrategias implementadas se contemplaban elementos de carácter normativo, políticas públicas y acciones de diversas instancias del Estado, entre ellas, el Gobierno Central, la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República. Estrategias que involucraban tanto a las instituciones, a los funcionarios públicos, a los contratistas y, por supuesto a los ciudadanos.

En el contexto del final del siglo XX, la corrupción ya era entendida como el principal reto del Estado “razón por la cual se dirigen esfuerzos sostenidos para combatirla mediante la prevención, la realización de reformas estructurales en entidades públicas buscando su transformación para modernizarlas, la consagración de políticas reales de estímulos y de incentivos para los honestos y el castigo a los corruptos” (Villegas, 1998, p. 2).
Las décadas de los años 80s y 90s vieron crecer de manera descomunal el fenómeno del narcotráfico y su capacidad para permear todas las instituciones públicas, los partidos políticos y también, parte de la economía privada, configurando lo que se denominó el fenómeno de la narco-política y la narco-economía. Paralelamente, otro fenómeno de corrupción que se generalizó en la misma época, fue el paramilitarismo y la llamada Parapolítica. Estos dos fenómenos, la narco-política, la narco-economía y la para-política fueron el correlato de la corrupción en el paso del siglo XX al XXI en Colombia.
Las diferentes administraciones de ese periodo se preocuparon por crear estrategias de luchar contra la corrupción: la de César Gaviria Trujillo (Misión para la Moralización y Eficiencia de la Administración Pública), Ernesto Samper Pizano (Consejería Presidencial para la Administración Pública, Andrés Pastrana Arango (Programa Presidencial de Lucha contra la Corrupción) y Álvaro Uribe Vélez (endurecimiento castigos, incentivos veeduría ciudadana). (Zuleta, 2015). Sin embargo, sin excepción todos esos presidentes y sus ministros y políticos de apoyo en el Congreso fueron sacudidos por escándalos de corrupción.
Este análisis de Ortiz Vásquez, permite definir la naturaleza de la Corrupción en Colombia:
O sea, que el fenómeno social de la corrupción tiene como sujetos históricos a personas de diferentes condiciones de nacionalidad y ciudadanía. No se puede considerar como un fenómeno natural de ciertos grupos humanos o sociedades aun cuando ella aparezca en contextos espaciotemporales específicos como manifestaciones de mayor repercusión social. En ella participan personas de diferentes condiciones sociales, pero los grandes beneficiarios siempre son los miembros de las élites dominantes económica y políticamente. (Ortiz Vásquez, Luis C. s.f., p.9).
            La historia nos lleva a una conclusión simple. La corrupción en Colombia tiene su origen en el dominio de clase: la corrupción es perpetrada sistemáticamente por las élites económicas y políticas de país como una forma de ejercicio del poder. Las clases medias y populares también practican actos de corrupción, pero su impacto es más localizado y puntual.
                Durante las primeras décadas del siglo XXI, organismos nacionales e internacionales como Transparencia Internacional han establecido métodos y procesos consistentes de medición y evaluación de la corrupción, permitiendo comparaciones a nivel mundial. A pesar de que el repertorio de normas, políticas públicas y acciones del estado ha sido y es uno de los más abundantes y complejos, las calificaciones internacionales de Colombia en los rankings de corrupción son altamente preocupantes. La percepción sobre la corrupción en el país se ha venido evaluando en los últimos 15 años. Uno de los indicadores de la situación es el Índice de Percepción de Corrupción España (IPC), de la agencia para la Transparencia Internacional. El informe califica de 0 a 100 la percepción sobre corrupción en el país y en ese estudio, Colombia tiene entre el año 2002 y el 2016 un promedio de 3.21 puntos, muy por debajo del promedio regional que es de 4.5 puntos. 
Un breve análisis de los datos, revela que los esfuerzos hechos durante el periodo han sido infructuosos. Aunque el número de países aumenta entre 100 y 180 en el periodo, este solo altera la posición del país en la tabla de posiciones entre la 57 y la 90. Sin embargo, el puntaje que el país logra en cada año permanece relativamente estable. El menor puntaje lo logró en el año 20011, con 34 puntos y el mayor puntaje en el año 2005, con 40 puntos. En el periodo no se evidencian variaciones importantes que demuestren que el Índice de Percepción de la Corrupción se redujera, ni durante el gobierno de Uribe, ni en lo que va corrido del gobierno Santos, y se demuestra que las estrategias de lucha contra la corrupción en dos gobiernos no han mejorado la percepción sobre la corrupción en el sector público.
Se puede decir que todos los gobiernos del país desde la promulgación de la Constitución de 1991 han dejado tras de sí escándalos de corrupción. (Ver Tabla 2.).
Tabla 2: Escándalos asociados a los periodos de gobierno 1990 -2017.
Periodo
Gobierno
Escándalos asociados
Estrategias anticorrupción
1990-1994
Cesar A Gaviria Trujillo
Manejo de Colfuturo
Fuga de Pablo Escobar
Vinculación de familiares en corrupción caso Inurbe. Se presentaron hechos de corrupción en electrificadoras como El Guavio y TermoRío donde el conocido narcotraficante Pablo Escobar tenía varias operaciones.
Constitución de 1991.
Misión para la Moralización. La modernización del Estado. Régimen disciplinario para servidores del Estado.
1994-1998
Ernesto Samper Pizano
Proceso 8000 por dinero del narcotráfico (cartel de Cali) en la campaña presidencial.
Relaciones generalizadas entre el narcotráfico y la clase política. Pérdida de legitimidad, credibilidad y de gobernabilidad.
Lucha contra los carteles de la droga. Aprehendido en Cali Gilberto Rodríguez Orejuela.
1998-2002
Andrés Pastrana Arango
Caso del Banco del Pacífico, entidad que fue intervenida el 20 de mayo de 1999, se acusa a algunos ex funcionarios de la administración Pastrana. El Banco Andino fue intervenido el 20 de mayo de 1999.  Irregularidades a la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique. Caso Chambacú.Inurbe. Parapolítica. ONG Human Rights Watch acusa impunidad de actuar de los paramilitares. Aumento generalizado de la corrupción durante su gobierno. Manutención del tradicional clientelismo bipartidista.
Intento fallido de referéndum para disolver el poder legislativo como paso indispensable para llevar a buen puerto sus planes de saneamiento de la política nacional.
2002-2006
2006-2010
Álvaro Uribe Vélez

Pistas de aterrizaje para narcotráfico, Defraudación a la Dian, Invercolsa, Agro Ingreso Seguro y Desfalco de la salud, escandalo SaludCoop, las 'chuzadas' del DAS , Carimagua, Caso Santoyo, Convivir (cooperativas de vigilancia), falsos positivos, Yidispolítica, clientelismo, Odebrecht, Terrorismo de Estado, Parapolítica, compra de votos para aprobación de la reelección. Mayor número de funcionarios vinculados a procesos de corrupción. Según la Procuraduría General de la Nación, (Alejandro Ordóñez), “la corrupción ha desbordado la institucionalidad” y que “de los 37 mil funcionarios que están siendo investigados por la Procuraduría, el 70% es por motivos de corrupción”. Vinculación de sus dos hijos en diversos casos de corrupción.


Plan de gobierno incluía medidas anticorrupción y transparencia. Gestión por resultados, un nuevo sistema de compras y adquisiciones públicas, el mejoramiento de control interno, la simplificación de trámites, el Gobierno en línea y selección de servidores públicos por meritocracia. Referendo contra la corrupción y la politiquería. (Perdió en la votación). Programa Presidencial de Lucha contra la Corrupción. Fortalecimiento de la normatividad en la contratación Pública. Sistema de contratación por meritocracia.
2010-2014
2014-
Juan Manuel Santos
La Corte Constitucional es sacudida por un supuesto soborno que involucra al magistrado Jorge Pretelt.
Caso Inerbolsa. Caso Reficar. Sospecha de corrupción en venta de ISAGEN.
El Congreso aumenta inescrupulosamente su salario.

La Fiscalía anuncia que es posible que dinero de Odebrecht hayan entrado a la campaña presidencial de Santos.

Se estima en 1 billón de pesos por semana la capacidad de la corrupción para asaltar al Estado. Estas cifras y casos, dadas las cuantías que involucran, demuestran el aumento del fenómeno.

56% de esas entidades de control del orden departamental se encuentran en nivel alto y muy alto.

Impunidad como regla. Máximo algunos casos juzgados y muchos reciben casa por cárcel.
Financiación de las dos campañas electorales por la firma Odebrecht.
Ante los escándalos en la Rama Judicial, propuso: corregir y mejorar la administración de la Justicia Reforma al Equilibrio de Poderes. Tribunal de Aforados. Sistema de gestión judicial. Creación de la Dirección de la Magistratura.
Declaración por un Estado Abierto 2017.

           













Fuente: Elaboración propia.










El conjunto de las informaciones conseguidas muestra que, por la magnitud de los casos de corrupción, esta se trata, no de las pequeñas y cotidianas prácticas corruptas que millares de funcionarios y ciudadanos realizan. Si, de grandes estrategias lo suficientemente estructuradas e informadas como para capturar el grueso de los recursos del Estado en todos sus niveles. Colombia está frente a un fenómeno de macro-corrupción histórica practicada por agentes que dominan el panorama de la política y los mecanismos de contratación del Estado. A esos actores y sus prácticas, la estrategia de enfrentamiento con la cual cuenta el estado no alcanza a impactar de manera contundente. Por lo tanto, la impunidad se impone como regla general.
                La corrupción como fenómeno parece presentar dos vertientes: una que se concentra en las élites políticas y económicas y se da entre miembros del alto gobierno y el Congreso y entre empresas contratistas de grandes obras. Otra que se expresa en la corrupción de base, y se da entre funcionarios de bajo escalón y ciudadanos usuarios de servicios del Estado y entre pequeños contratistas. Mientras que la corrupción de élite es concentrada, limitada a círculos sociales muy específicos y de altísimo impacto, la corrupción de base es difusa y amplia, pero de bajo impacto.
La persistencia de la corrupción se explica gracias al sistema clientelista que impera en los procesos electorales, a través de los cuales, es elegida la misma clase social que ha gobernado el país a lo largo de los últimos dos siglos.
            Así, la corrupción en Colombia configura un circuito vicioso que comienza en el sistema electoral vigente que coopta el proceso electoral, mediante la financiación de campañas que canalizan la mayoría de los votos a favor de la manutención de una clase política que usa el gobierno como una forma de ejercicio del poder que se apropia de los recursos públicos y corrompe los mecanismos de control y vigilancia, debilita la participación ciudadana y se consolida a través de la impunidad. Buena parte de los recursos desviados, son usados para financiar las siguientes campañas políticas, empleando los tradicionales mecanismos del clientelismo para, una vez más, volver a elegirse y reiniciar un nuevo ciclo de delitos e impunidad. Este círculo vicioso es dinamizado, particularmente, por la corrupción de elite.
           Su última y más clara expresión es el cinismo. Al punto de ser el grupo de políticos más corruptos de Colombia, ser quienes llaman a marchar contra la corrupción. El cinismo político supone que los ciudadanos son estúpidos. ¿Lo son?

Fuentes Bibliográficas
Blanco B, Jacqueline y Téllez N., Román F. (2016). La corrupción y los funcionarios durante la República Neogranadina. Revista Prolegómenos - Derechos y Valores. Universidad Militar Nueva Granada: Bogotá. Recuperado el 24 de febrero de 2017, de: https://revistas.unimilitar.edu.co/index.php/dere/article/view/1686
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1 comentario:

  1. Qué pena y tristeza volver a ver un articulo que trae de vuelta el victimismo y el recurso fácil de culpar a los "españoles", nuestros antepasados y los de Bolívar, de nuestros males de hoy. Patético.

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